«A medida que nos acercamos mi corazón se acelera, palpita al ritmo de la música. Se siente una mezcla de emociones entre nerviosismo, miedo y entusiasmo por lo que nos traerá la tarde... a punto de llegar, un escalofrío provocado por el potente sonido recorre mi espalda».
A lo lejos se escuchaba 🎵Na na na na na live is life na na na na na labadab dab dab life🎵... eterno se me hacía el camino desde la puerta de entrada de la escuela hasta el auditorio, que se encontraba al fondo.
El sonido vibrante de las canciones de moda, que caracterizaba a la música de esa época, aumentaba mi ansiedad por llegar y empezar a mover los pies. Eye of tiger, Abracadabra, Another one bites the dust, Super freak, Maniac, Take on me, Jump eran los primeros hits que sonaban para atraer a la plebada y dar una probadita de lo que prometía la tarde.
Los nervios aumentaban al entrar al gran salón y enfrentar las miradas curiosas de la multitud que, desde las gradas, escaneaban cada figura que aparecía en la puerta. Cruzar el enorme auditorio podía ser tan satisfactorio como los cambios hormonales de la adolescencia lo permitían: sintiéndose la estrella de una pasarela o conteniendo la respiración pretendiendo pasar desapercibida.
Una vez sentados, la espera se sentía interminable. Minutos, que me parecían horas, les tomaba a las primeras parejas lanzarse a abrir la pista de baile y, poco a poco, se unían otras más formando una larga fila. ¡Era típico!
La tarde transcurría con lentitud pero, al caer el sol, se intensificaban las parpadeantes luces de colores del discomóvil envolviendo el lugar, dándole movimiento a la atmósfera y encendiendo los ánimos.
La energía y euforia juvenil se expresaban al máximo al unísono de Girls just want to have fun, Gloria, Karma chameleon, What a feeling, Billy Jean, Owner of a lonely heart, Cum on feel the noize, Walking on sunshine, Ghostbusters, Dancing on the dark, Wake me up before you go-go, I want to break free, Self control y muchas más. Los buenos bailarines brillaban con sus mejores pasos de baile y era la oportunidad, para los introvertidos, de soltarse y bailar como si nadie los viera.
Horas más tarde, se atenuaban las luces para crear el ambiente romántico anunciando el inicio de los lentos: Total eclipse of the heart, Making love out of nothing at all, I just called to say i love you, Careless whisper, I want to know what love is, All through the night eran algunas de las imperdibles y un deleite para los enamorados. Los solteros tenían que decidir si probaban la cercanía o pedían un break para esperar con fe que el crush o algún interesado, en espera, se animara a acercarse y preguntar: «¿bailamos?»
Al momento romántico le sucedía el rock & roll. Los clásicos como La plaga, El rock de la cárcel, Es Lupe, Popotitos, La bamba, Johnny B. Goode prendían nuevamente el ambiente hasta concluir con la fiesta. Cada uno de los festejos: Bienvenida, Posada, Día de San Valentín, Día del Estudiante o Fin de cursos, tuvieron sus momentos especiales pero la misma dinámica se repitió en cada uno de ellos.
Las tardeadas de la IMA de los 80´s marcaron una época. Fue una etapa de diversión sana, unión, respeto y conexión genuina. De amistades que dejaron huella en muchas vidas, que perduraron en el tiempo y que motivaron reencuentros donde cada integrante tomó el mismo rol y se volvieron a vivir las mismas emociones del ayer
El auditorio fue recinto de placer y alegría para miles de jóvenes de varias generaciones y, además, testigo de la primera declaración de amor adolescente que recibí.
Integrante del Grupo "D".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Hola! Me encantaría conocer tu opinión, deja tu mensaje.