Hoy fue un dia muy especial para mí y quiero compartirlo con ustedes, mis queridos lectores.
Hoy terminé mi curso de sueco nivel secundaria (SVA grundläggande kurs) y lo concluímos con un dia de fika y brännboll en el campito de la escuela. Jugamos, reímos, comimos y platicamos. Disfrutamos de una hermosa y soleada mañana y el verde de la primavera, en todo su esplendor.
Empezamos con el juego de brännboll, algo parecido al beisbol pero con reglas más sencillas. Como aprendices que somos, cometimos errores que hicieron el juego muy divertido; y a pesar de que a ambos equipos nos invadía el deseo de ganar, como sucede siempre cuando de competir se trata; al final lo más importante fueron las risas, poder disfrutar a cada uno de mis compañeros y ver sus reacciones cuando jugaban. Esos son los recuerdos que quedarán grabados en mi mente.
Después del juego tendimos un mantel en el pasto y nos sentamos alrededor a disfrutar y compartir, Disfrutamos de pakoras, guacamole, pastel, chips, chocolates y galletas.
La vida es mejor con amigos |
Y como siempre, al concluir una etapa, se mezclan una serie de sentimientos. De pronto sentí que perdía algo importante, porque llegó el momento de dejar la escuela, a mis compañeros y a nuestra querida maestra Johanna.
Ya no tendré esas mañanas de trabajo en equipo donde nos esforzamos por ponernos de acuerdo para contestar las preguntas de un texto, porque cada quien lo entiende y se expresa de forma diferente. Ya no veré como la maestra completa y corrige los ejercicios y textos en el pizarrón, acomodando las palabras correctas, como si fueran fichas en un juego de dominó; con una habilidad que me hace sentir que me falta aún mucho por aprender del idioma, a pesar de todos mis esfuerzos.
Tampoco tendré mi caminata matutina diaria, de casi un kilómetro, de la parada del autobús a la escuela. Ni regresaré a casa con mi amiga Nada, que amablemente nos llevaba siempre de regreso.
Extrañaré a cada uno de mis compañeros, pero me llevo muy buenos recuerdos de todos; y una parte de mí, ahora, se las debo a ellos. Porque todos me enseñaron algo nuevo cuando compartieron algo de su país, sus costumbres, sus creencias, su idioma, su música y sus comidas típicas. Aprendí cosas que no imaginé que existían.
Ellos pasaron de ser mis compañeros de clases, a mis buenos amigos. Así que, con gusto, buscaremos un momento para encontrarnos otra vez.
Johanna, de Suecia