En el artículo anterior les hablaba de los cuidados que necesita nuestro cuerpo para estar sano y tener bienestar físicamente. Pero somos mucho más que un cuerpo físico, somos seres complejos con un cuerpo emocional y mental que también necesita estar saludable. Reflexionando sobre esto, me dispuse a escribir para compartirles un poco de mi experiencia.
Hablar de fe no significa, precisamente, hablar de religión. Una persona puede ser muy espiritual sin, necesariamente, ser religiosa. Pero creo que es bueno para el ser humano encontrar una forma para crear y alimentar su fe, y que es importante "trabajar" con dos formas de fe:
- Fe en un ser superior, llámese energía, vida, amor, verdad, luz, universo, el nombre que cada quien decida darle. Yo lo llamo Dios.
- Fe en mi mismo, creer que soy capaz de lograr mis sueños, que puedo tener la voluntad y la fuerza para alcanzar las metas que me propongo.
Fe en mí mismo
La fe en mí mismo, es un proceso que mejora con el autoconocimiento, es decir, con la búsqueda del entendimiento propio: mis emociones, mis creencias, mis fortalezas y mis debilidades o limitaciones.
Conocerme significa entender que NO soy solo un cuerpo que necesita de alimento y cuidados para tener buena salud, sino que, también tengo un lado interno que necesita de atención; y que es mi responsabilidad alimentarlo, cuidarlo y entenderlo para tener una buena salud emocional y mental. Puedo llamarlo interior, alma, espíritu, psique, cuerpo emocional.
Nuestro interior se puede alimentar con el arte, la música, la lectura, la escritura, el contacto con la naturaleza, la oración y la meditación. En la medida que lo alimento se enriquece y ocurre un despertar, es decir, hacemos consciente lo inconsciente; lo que nos genera serenidad, mayor resistencia en los tiempos y situaciones difíciles, mejor adaptación a los cambios; y las personas nos sentimos más felices.
También me ayuda practicar una religión, porque con la religión aprendo a buscar ese "lado noble" dentro de mí mismo; a enfocarme en los valores que son importantes para mí, y tomar decisiones basadas en los mismos; los cuales pueden tener un grado de importancia en un orden distinto para cada persona. Esos valores se convierten en mis virtudes cuando los practico; son la honestidad, respeto, empatía, responsabilidad, solidaridad, voluntad, compasión, amor, perdón, gratitud, libertad, justicia, valentía, etc. Cuáles son los valores más importantes para ti y cómo los ordenarías de acuerdo a su importancia?
Religión y discriminación
Conocerme y tener fe en mí mismo me ayuda a tener fe en mis semejantes. Pero la fe en los demás NO siempre se fortalece con la religión. De hecho, creo que practicar una religión me limita a seguir ciertas reglas, algunas muy estrictas, que pueden reducir un poco mi mundo, porque aprendo a etiquetar y "enmarcar" a las personas y hacer diferencia en mi forma de verlas y tratarlas de acuerdo a la religión que profesan. Es común ver personas muy religiosas que se sienten más puros, más iluminados, los elegidos, etc.
Pensar en cristianos, católicos, ortodoxos, musulmanes, mormones, etc. me conduce a ponerlos en un molde y generalizar mi opinión sobre cada grupo. Yo prefiero solo pensar que somos seres humanos con emociones, sentimientos, necesidades, derecho a un trato digno y derecho a tener individualidad.
La individualidad se ve afectada y se forma dependiendo, del lugar en el cual la persona crece y se desarrolla; de las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales de su país; de las creencias aprendidas, la educación recibida y las exigencias que nos fueron impuestas por nuestros padres y el entorno. Darle un valor distinto a estas diferencias genera discriminación en todas sus formas, racismo, sexismo, religiosa, por edad, por apariencia física, por discapacidad, etc.
Reflexionar en la individualidad, me puede ayudar a entender mejor el comportamiento, la manera de reaccionar y las opiniones de cada persona con quien convivo. Pero creo que no puedo lograr hacer esto sin, antes, conocerme y aceptarme a mí mismo o, dicho en otras palabras, la medida en que entiendo y acepto a los demás está relacionada con cuanto me conozco y me acepto a mí mismo.
En la medida que indago sobre mis emociones, que me hace sentir tristeza o miedo, que me da alegría, que me enoja, que me avergüenza, que me hace sentir inseguro y los porqués; al mismo tiempo llega la aceptación, la comprensión y el amor por mi mismo. Y después la aceptación, comprensión y amor hacia los demás.
La fe en un ser superior
La fe en un ser superior también es un proceso, que necesita de práctica. Si no se tiene, se puede empezar a adquirir por medio de ver, escuchar y compartir con alguien que tiene fe. Ayudarse de la fe de alguien más, hasta tener la propia. También ayuda querer tenerla y pedirla, se aprende a tener fe y crece en la medida que se cultiva. Así también podemos decir que tener fe es una decisión, la decisión de tener confianza en alguien superior a mí.
Viajar también aumenta la fe porque se amplía nuestro horizonte, nuestro mundo. Viajar nos da una perspectiva distinta del ser humano en general, y al mismo tiempo, la sensibilidad para ver la vulnerabilidad y la grandeza en mí mismo. Pero si no tengo la posibilidad de viajar, puedo conseguirlo a través de la lectura.
"Leer es una gran manera de expandir nuestro horizonte de experiencias", así opina Raymond Mar, doctor en Psicología de la Universidad de York, en Canadá, que estudió el comportamiento del cerebro cuando una persona lee.
Aprender a ser selectivo con lo que leo es bueno, porque es el alimento que le estoy dando a mi mente y a mi espíritu. Ese alimento determina la calidad de mis pensamientos, que luego se transforman en emociones y por último en acciones o decisiones. Aquí radica la importancia de ser selectivo, de ser crítico y elegir lo que me conviene.
La falta de fe
Si no tengo fe en alguien superior a mí y en mí mismo, lo veré muy claro en las dificultades. Es más difícil afrontar los problemas, porque no se tiene fuerza interior, ni esperanza. Nos da la sensación de estar en la oscuridad, se siente miedo, temor a los cambios y las decisiones que se toman son reacciones al miedo. La fe es lo opuesto al miedo.
Si tengo fe, puedo tomar mejores decisiones aún en las dificultades, me ayuda a mantenerme sereno y a pensar mejor. La fe reduce las dificultades a una dimensión manejable, pueden verse, incluso, como oportunidades. Tener fe es tener luz, es como tener una linterna que me guía. Es sentir que no estoy solo, que puedo apoyarme en alguien.
He visto que para algunas personas puede ser difícil tener fe, porque han vivido experiencias desafortunadas, dolorosas, y hasta traumáticas relacionadas o no con la religión y esto genera un rechazo hacia el lado espiritual, y algunos deciden llamarse ateos.
También depende del grado de sensibilidad de cada persona. Según la escritora Elaine N. Aron, en su libro El don de la sensibilidad, habemos guerreros y consejeros y esto ha sido así desde los indoeuropeos. Para los guerreros es más difícil tener fe en alguien superior. Pero los guerreros también tienen sentimientos y tienen que lidiar con ellos en algún momento.
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La fe existe, la sienta o no. |
Cómo ha sido tu experiencia con la fe y la religión?
Crees que TE conviene tener fe?
Fuentes:
El don de la sensibilidad - Elaine N. Aron
Esperanza para hoy - Grupos de familia Al-Anon
Valor para cambiar - Grupos de familia Al-Anon